
¡Democracia en su máxima expresión, señores! El pueblo habló… o más bien susurró, porque con una participación ciudadana de apenas el 13%, México logró lo impensable: renovar la Suprema Corte… con los mismos de siempre. ¿Cómo lo logramos? Fácil. Le pusimos boleta, le dijimos que vote, y Morena se encargó del resto. Porque si algo sabe hacer bien la 4T es disfrazar la continuidad de “renovación” con tinta electoral y aplausos desde Palacio.
LOS ELEGIDOS: CURRÍCULUMS CARGADOS DE AFECTO PRESIDENCIAL
1. Hugo Aguilar Ortiz
El nuevo presidente de la SCJN. Un abogado mixteco de trayectoria respetable, sí, pero cuya figura se hizo fuerte en las filas institucionales del obradorismo. ¿Independiente? Claro, como un noticiero de La Mañanera.
2. Lenia Batres Guadarrama
Ex diputada, ex asesora, ex de todo… menos ex morenista. Hermana del ideólogo de Morena, Martí Batres. ¿Nepotismo? ¡No! Simplemente coincidencia genética.
3. Yasmín Esquivel Mossa
La ministra del eterno “sí, pero no”. Plagio de tesis incluido y un cariño irrompible por AMLO. Sobrevivió a los escándalos porque en la 4T, la meritocracia se mide en lealtades, no en licenciaturas.
4. Loretta Ortiz Ahlf
Otra ministra surgida del corazón guinda de la patria. Exdiputada de Morena y ferviente defensora del control militar. Porque claro, nada dice “independencia judicial” como avalar todo lo que te ordenen desde el ejecutivo.
5. María Estela Ríos González
Exconsejera jurídica de AMLO, arquitecta de reformas presidenciales y ahora “árbitra” de la Constitución. ¿Quién mejor para vigilar al poder que quien le ayudó a diseñarse trajes a la medida?
6. Sara Irene Herrerías Guerra
Fiscal de derechos humanos (aunque los muertos de Ayotzinapa opinen distinto). Su gestión ha sido tan efectiva como una cubeta con agujeros, pero su lealtad la hizo ministra. ¡Premio a la obediencia institucional!
7. Giovanni Azael Figueroa Mejía
Abogado académico, defensor de derechos humanos… aunque sin mucha trinchera; pero eso sí, con respaldo Sheinbaumista. Viene a renovar, pero sin hacer olas. Porque al final, ¿quién quiere una Corte que incomode?
8. Irving Espinosa Betanzo
El outsider de Morena… que no es tan outsider. Su discurso de justicia popular y cercana se alinea perfecto con el manual del obradorismo. Otro alfil que promete obedecer sin preguntar.
9. Arístides Rodrigo Guerrero García
“Joven, moderno y comprometido”… con la narrativa oficialista. Su estrategia es atraer a los jóvenes, pero sin dejar de seguir instrucciones. ¿La Corte? Un TikTok judicial, pero sin libertad.
ANÁLISIS: RENOVACIÓN, PERO CON CARA CONOCIDA (Y APOYADA POR PALACIO)
La SCJN ha sido vendida como “el nuevo rostro del pueblo”, pero en realidad es más bien el viejo rostro del partido, solo con otro ángulo de luz. Morena no solo metió mano, metió brazo completo: amigos, funcionarios, parientes, militantes y operadores del sistema político que supuestamente venían a cambiar.
¿Nepotismo? Jamás, dicen ellos… solo coincidencias familiares. ¿Partidismo? ¡Para nada! Solo afinidad ideológica espontánea. ¿Concentración de poder? Claro que no, solo unificación de criterios… todos alineados con Sheinbaum.
CONCLUSIÓN: CIRCO, MAROMA Y TEATRO… Y NOSOTROS EN PRIMERA FILA
La Suprema Corte 2025 es la joya de la corona morenista. Una institución que debería defender la Constitución, convertida en gabinete de aplaudidores togados. Todo esto gracias a una “consulta ciudadana” que ni nuestros vecinos sabían que existía.
Y mientras tanto, nosotros, los mexicanos, felices con nuestra función: comiendo palomitas mientras el Poder Judicial se transforma en un sketch más de la Cuarta Transformación. Porque aquí, en el México de hoy, la democracia es un espectáculo… y nos encanta el show.