
Gabriel Seth Rodgers, ciudadano estadounidense de 25 años, pensó que podía escapar de la justicia de su país refugiándose en México, específicamente en Culiacán, Sinaloa. Sin embargo, su intento de desaparecer del radar de las autoridades terminó abruptamente esta semana, cuando fue capturado en un operativo conjunto por fuerzas federales mexicanas.
Rodgers era buscado en el estado de Wyoming, donde enfrentaba cargos por posesión de armas de fuego robadas y conspiración para distribuir sustancias ilícitas, entre ellas LSD y marihuana. En 2019, había sido sentenciado a 44 meses de prisión y tres años de libertad supervisada, pero tras violar las condiciones de su libertad condicional, se convirtió en prófugo de la justicia. Fue entonces cuando emprendió su fuga hacia territorio mexicano, creyendo que en Culiacán —ciudad tristemente famosa por su historia criminal— encontraría un escondite ideal.
La detención tuvo lugar en el fraccionamiento Belcantto, en la capital sinaloense. El operativo fue coordinado por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Secretaría de Marina (Semar), Fiscalía General de la República (FGR), Guardia Nacional (GN) y la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), en colaboración con agencias internacionales que compartieron información sobre su paradero.
Rodgers fue puesto a disposición del Instituto Nacional de Migración (INM), que ahora se encargará de su deportación a Estados Unidos. Una vez de regreso en su país, enfrentará los cargos por los que era buscado, además de posibles consecuencias adicionales por haber intentado evadir la justicia cruzando la frontera.
El caso resalta la colaboración entre México y Estados Unidos en materia de seguridad y persecución de delitos trasnacionales. También sirve como recordatorio de que, por muy lejos que se corra, tarde o temprano la ley alcanza.