
El gobierno de México extraditó a 29 capos del narcotráfico a Estados Unidos en una operación sin precedentes, entregando a algunos de los criminales más buscados por la DEA y el FBI. Entre ellos destacan Rafael Caro Quintero, fundador del Cártel de Guadalajara; Miguel Ángel y Omar Treviño Morales, líderes de Los Zetas; Antonio Oseguera Cervantes, hermano de “El Mencho”; y Vicente Carrillo Fuentes, exlíder del Cártel de Juárez.
Las autoridades estadounidenses no planean darles tregua. Caro Quintero enfrenta cadena perpetua por el asesinato del agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena en 1985. Miguel y Omar Treviño Morales podrían recibir la pena de muerte por homicidio y tortura. Oseguera Cervantes podría ser condenado de 40 años a perpetua, mientras que Carrillo Fuentes enfrenta una pena de al menos 30 años por tráfico de drogas y lavado de dinero.
La extradición responde a la creciente presión de la administración de Donald Trump, que amenazó con imponer aranceles del 25 por ciento a las exportaciones mexicanas si el gobierno de Claudia Sheinbaum no intensificaba su combate contra el narcotráfico y la crisis del fentanilo. Además, Washington ha elevado la presión diplomática al clasificar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, exigiendo acciones más contundentes.
Aunque la entrega de estos criminales representa un golpe al crimen organizado, expertos advierten que no basta para desmantelar estas redes. Mientras unos caen, otros toman el control, dejando la duda sobre si esta medida traerá un verdadero cambio o solo una reconfiguración en la jerarquía del narcotráfico en México.