
Un inquietante estudio de la Universidad de Nuevo México ha descubierto que los cerebros humanos están acumulando microplásticos en niveles alarmantes, superando con creces las concentraciones halladas en otros órganos como el hígado y los riñones. Tras analizar 91 muestras de tejido cerebral recolectadas entre 2016 y 2024, los investigadores encontraron que la cantidad de estas diminutas partículas ha aumentado un 50% en los últimos ocho años.
Lo más preocupante es que las personas con diagnóstico de demencia presentaban hasta 10 veces más microplásticos en el cerebro que aquellos sin la enfermedad, lo que plantea serias dudas sobre su posible papel en el deterioro cognitivo.
El estudio identificó al polietileno, un plástico ampliamente utilizado en botellas y envases, como el principal contaminante presente en los cerebros analizados. Muchas de estas partículas eran más pequeñas de lo que se creía posible, llegando a atravesar la barrera hematoencefálica y alojándose en la corteza frontal, una región clave para la memoria y la función cognitiva.
Aunque aún no se ha demostrado que los microplásticos causen directamente la demencia, los científicos advierten que podrían estar interfiriendo con el flujo sanguíneo cerebral, alterando la comunicación neuronal e incluso desencadenando procesos asociados con enfermedades neurodegenerativas.
Con la contaminación por plásticos en aumento a nivel mundial, los expertos hacen un llamado urgente para investigar más a fondo los efectos de los microplásticos en la salud cerebral. Este descubrimiento plantea una inquietante pregunta: ¿estamos intoxicando silenciosamente nuestros propios cerebros con cada bocado de comida procesada y cada sorbo de agua embotellada?