La reelección de Rosario Piedra Ibarra como presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) se llevó a cabo en una sesión del Senado que se prolongó por más de siete horas, marcada por una intensa defensa de la bancada de Morena y cuestionamientos de sectores críticos.
Desde su nombramiento inicial en 2019, Piedra Ibarra ha sido objeto de controversias por su aparente cercanía al gobierno, así como por presuntas irregularidades en el proceso de su elección. Su gestión ha generado opiniones encontradas, con detractores que acusan una falta de imparcialidad en su rol de defensora de derechos humanos.
A lo largo de su mandato, la presidenta de la CNDH ha enfrentado la desaprobación de organizaciones de derechos humanos y evaluaciones internas desfavorables. Su reelección se vio además empañada por la presentación de una carta de recomendación falsa y declaraciones en las que manifestó estar de acuerdo con la posible desaparición de la institución, lo cual suscitó dudas sobre su compromiso con la misión de la CNDH.
Críticos señalan su aparente enfoque en casos de administraciones pasadas, mientras que ignora denuncias de abusos recientes, situación que ha incrementado la desconfianza en la independencia de la institución.