
Durante las décadas de los 60, 70 y 80, una verdadera revolución llegó a los estantes, tienditas y loncheras mexicanas: envoltorios de colores brillantes, plásticos relucientes, celofán que crujía al abrirse. De pronto, la niñez estaba envuelta —literalmente— en una nueva forma de consumo: rápida, práctica, visualmente atractiva… y completamente desechable.
Hoy, más de medio siglo después, muchos de esos empaques siguen existiendo. No en los cajones o colecciones, sino enterrados en tiraderos, flotando en ríos o fragmentados en partículas invisibles que entran en nuestros cuerpos como microplásticos.
Lo que empezó como novedad, hoy es amenaza
En aquellos años, el uso masivo de envoltorios de un solo uso marcó una era de modernidad. Los “juguitos” en bolsa, las papitas en aluminio, los chicles con estampitas, las paletas de colores artificiales y hasta los pastelillos envueltos al vacío definieron el consumo de al menos tres generaciones.
Pero con el tiempo, la pregunta inevitable surgió: ¿A dónde va todo ese plástico?
La respuesta es dura: Tarda más de 500 años en degradarse. Se descompone en microplásticos que se encuentran hoy en el aire, el agua, la placenta humana y hasta en la leche materna.
Muchos envoltorios están ligados a alimentos ultraprocesados, altos en azúcar, colorantes y aditivos que hoy están entre los principales factores de enfermedades crónicas como la diabetes, hipertensión y obesidad.
De los recuerdos a la conciencia
Para muchas personas, estos productos representan momentos felices: la hora del recreo, las compras con los abuelos, los premios por portarse bien. Pero también son una llamada de atención: lo que fue infancia para nosotros, es contaminación para el planeta.
La contradicción es clara: el plástico nos marcó como generación. Nos facilitó la vida, nos llenó de colores y sabores… pero también llenó de basura un mundo que no estaba preparado para sostener este nivel de consumo.
¡Participa!
- ¿Qué producto, empaque o marca marcó tu infancia? Cuéntanos tu historia en los comentarios o en redes sociales.
- ¿Te sorprende saber que ese mismo envoltorio puede seguir existiendo hoy?
- Y más importante aún: ¿Qué decisiones de consumo podemos tomar hoy para cambiar el futuro?
Por: Sarahí Q., Eco del Norte.



