
Washington, D.C.— El presidente Donald Trump ha desatado una tormenta legal tras la publicación de un reportaje del Wall Street Journal que revela una supuesta tarjeta de cumpleaños enviada en 2003 a Jeffrey Epstein, firmada por el propio Trump con un mensaje sugerente y un dibujo aún más comprometedor. La Casa Blanca, por su parte, intenta frenar el escándalo, negando la posibilidad de nombrar un fiscal especial y centrando sus esfuerzos en contener la narrativa.
El mandatario calificó la publicación como
“falsa, maliciosa y difamatoria”,
y anunció que presentará una demanda contra el WSJ, su empresa matriz News Corp y el propio Rupert Murdoch. Según Trump, el periódico fue advertido previamente de que el contenido no era auténtico, pero decidió publicarlo de todos modos. La misiva, supuestamente parte de un álbum recopilado por Ghislaine Maxwell, contiene la frase:
“Happy Birthday – and may every day be another wonderful secret”,
con la firma “Donald” y un dibujo catalogado como “bawdy” por medios británicos.
Lejos de desmarcarse del tema, Trump también ordenó a su fiscal general, Pam Bondi, que solicite ante los tribunales la desclasificación de transcripciones de un gran jurado relacionado con Epstein, en lo que parece un intento de redirigir la atención. La Casa Blanca, sin embargo, ha dejado claro que no respaldará el nombramiento de un fiscal especial, alegando que el Departamento de Justicia ya realizó una investigación “exhaustiva y transparente”.
Mientras el equipo de Trump busca apagar el incendio, dentro del movimiento MAGA ya hay señales de incomodidad. Algunos aliados lo acusan de ceder terreno al pedir transparencia sobre Epstein, mientras otros simplemente llaman a “ignorar la distracción” y enfocarse en la campaña presidencial.
¿Una estrategia para desviar la atención o una nueva batalla contra los medios? Por su parte, el presidente prefiere irse a los tribunales antes que dar explicaciones.