
Kyiv, Ucrania.— La capital ucraniana sufrió una feroz ofensiva aérea rusa durante la madrugada del 10 de julio de 2025: alrededor de 400 drones Shahed y 18 misiles alcanzaron distintos sectores de la ciudad, incluyendo zonas residenciales, educativas y de oficinas.
El saldo del ataque fue devastador: al menos dos muertos y 24 heridos, con decenas atrapadas bajo los escombros. La destrucción se concentró en ocho distritos, generando escenas de caos y terror.
Objetivo civil y respuesta internacional
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, calificó estas agresiones como una escalada terrorista y exigió a los aliados occidentales respuesta urgente en armamento defensivo, especialmente sistemas antiaéreos tipo Patriot. Además, desde el Reino Unido y Canadá llegaron nuevos paquetes de sanciones dirigidas al sector militar ruso, así como apoyos financieros para la reconstrucción de Ucrania.
Rotterdam se prepara para el peor escenario
En Europa, el Puerto de Rotterdam —el más grande del continente— ajusta protocolos ante la posibilidad de que el conflicto se desate más allá del frente ucraniano. Se destinan espacios para cargas militares y se coordina con Amberes logística estratégica, mostrando una clara respuesta al riesgo regional.
Impacto humano y político
- El ataque coincide con una cumbre en Roma sobre la reconstrucción de Ucrania, lo que subraya el simbolismo político de este bombardeo.
- La Comisión Europea ya anunció un fondo de €220 millones para apoyo inmediato, alineándose con la presión diplomática global contra Moscú.
¿Qué significa la agresión?
- La repetición sistemática de ataques contra infraestructura civil apunta a una táctica de terror psicológico.
- El uso masivo de drones y misiles refleja una nueva fase violenta del conflicto, con tecnología escalable y letalidad creciente.
- Las reacciones internacionales muestran una alianza militar y política firmemente unida frente a la expansión rusa.
Conclusión
El ataque a Kyiv no solo destruye edificios, sino también esperanza. La estrategia rusa combina daño físico y miedo; la resistencia ucraniana exige solidaridad y acción global. En medio del horror, surgen llamamientos urgentes: que la comunidad internacional no claudique.