
Washington, D.C.— En una decisión que ha encendido el debate político y social en Estados Unidos, la Casa Blanca confirmó que este año no emitirá una proclamación presidencial para conmemorar el Mes del Orgullo LGBTQ+, rompiendo una tradición sostenida por presidentes demócratas desde el año 2000.
Aunque la oficina de prensa negó que se tratara de una “cancelación” oficial del Pride, la vocera Karoline Leavitt fue clara: “No hay planes de emitir una proclamación para el mes de junio”. La frase, breve pero contundente, ha sido interpretada por organizaciones y activistas como una señal directa del desinterés de la administración Trump en visibilizar públicamente a la comunidad LGBTQ+, pese a asegurar que gobierna “para todos los estadounidenses”.
Desde GLAAD hasta la Campaña de Derechos Humanos, las principales agrupaciones han condenado el gesto como un retroceso simbólico en la lucha por la igualdad. La falta de una proclamación ocurre en medio de un contexto de creciente hostilidad legal: más de 600 iniciativas legislativas estatales han sido propuestas contra derechos LGBTQ+ desde 2023, según denuncias de grupos civiles.
Los medios conservadores celebraron la postura presidencial como un “giro de 180 grados” respecto a la era Biden, cuando el Mes del Orgullo era respaldado abiertamente desde la Oficina Oval. En contraste, críticos del actual gobierno consideran que esta omisión no solo envía un mensaje de exclusión, sino que alimenta un clima político cada vez más adverso para minorías sexuales y de género.
Mientras tanto, los eventos del Orgullo ya comenzaron en varias ciudades con llamados a resistir, visibilizar y rechazar “la invisibilización institucional”. ¿Será esta omisión un descuido estratégico o un símbolo deliberado de una nueva agenda?