
En medio del tráfico, los claxonazos y el asfalto hirviente de Ciudad Juárez, un joven artista urbano está encendiendo las calles… literalmente. Con botellas de fuego y movimientos calculados, realiza malabares entre carros detenidos en Lote Bravo, transformando un crucero cualquiera en un escenario improvisado lleno de adrenalina y arte callejero.
Sin apoyo institucional, sin seguridad profesional y mucho menos sin aplausos garantizados, este joven se juega la vida para arrancar una moneda, una mirada o simplemente el respeto de quienes lo ven desde el retrovisor.
Mientras muchos ven solo semáforos en rojo, él ve una oportunidad para mostrar talento, disciplina y resistencia. Su acto no solo exige habilidad física, sino también el temple de quien desafía al miedo, al calor y al abandono. En lugar de rendirse ante la precariedad, se convierte en símbolo de que en Juárez también hay fuego… del que no se apaga.
Este tipo de expresiones son una muestra viva de la creatividad y coraje que arden entre las banquetas de la ciudad. ¿Lo ha visto? ¿Le dio moneda? ¿Le tomó video? Quizás es hora de reconocer el arte cuando se nos cruza en rojo.