
Elon Musk confirmó su salida del gobierno de Donald Trump, poniendo fin a su participación en la iniciativa DOGE (Departamento de Eficiencia Gubernamental), un ambicioso programa que encabezó desde enero de 2025 con la promesa de reducir el gasto público federal. Aunque el magnate tecnológico agradeció públicamente al presidente “la oportunidad de reducir el despilfarro”, su renuncia ocurre tras semanas de fricciones internas, críticas al rumbo fiscal de la administración y una ruptura que, aunque diplomática, no pasó desapercibida.
Musk había invertido cerca de 300 millones de dólares en la campaña republicana y fue una figura central en la narrativa de eficiencia que impulsaba Trump en su segundo mandato. No obstante, diferencias sobre el nuevo plan de gasto, así como tensiones con miembros clave del gabinete —incluidos Marco Rubio y Scott Bessent— provocaron un desgaste evidente.
La Casa Blanca informó que Musk no sostuvo una reunión final con el presidente, y que la decisión de su salida fue gestionada por su equipo. Ahora, el empresario ha confirmado que centrará su atención nuevamente en sus compañías tecnológicas, dejando en pausa su incursión política.