
Washington D.C.— La administración de Donald Trump ordenó esta semana la suspensión de entrevistas para visados estudiantiles, afectando a miles de jóvenes extranjeros que buscan estudiar en Estados Unidos. Aunque el gobierno asegura que se trata de una revisión temporal, defensores de derechos civiles advierten que es parte de una estrategia para restringir la migración educativa y académica.
Paralelamente, Trump canceló 100 millones de dólares en contratos federales con Harvard y amenazó con congelar otros 3 mil millones en fondos de investigación, en represalia por las recientes protestas pro-palestinas en el campus. Acusó a la universidad de fomentar un entorno “antiamericano”, lo que ha sido interpretado como un castigo político hacia una institución históricamente crítica de su gobierno.
Estas decisiones han generado preocupación a nivel internacional. ¿Hasta qué punto puede un gobierno intervenir en la vida académica de una nación sin comprometer sus principios? ¿Y qué mensaje se lanza al mundo cuando se persigue a quienes piensan diferente? En vez de tender puentes con el conocimiento, la Casa Blanca parece estar reforzando sus propios muros ideológicos.