
Desde hace algunas décadas, el fenómeno de los niños índigo ha capturado la atención de quienes creen en una evolución espiritual de la humanidad. Se dice que estos pequeños, nacidos especialmente desde los años 70, poseen una sensibilidad extraordinaria, dones intuitivos y una misión de transformar el mundo. Su aura sería de un intenso color azul violeta, símbolo de su conexión especial con energías superiores.
A partir de ellos surgieron también los llamados niños cristal y niños arcoíris. Los cristal, más amorosos y pacíficos, llegarían para sanar, mientras que los arcoíris, nacidos a partir del 2000, serían almas alegres que irradian esperanza y fuerza.
Vinculado a estas creencias, hay quienes aseguran que muchos de estos niños son almas reencarnadas, seres antiguos que regresan a la Tierra para completar misiones de amor, evolución y conciencia. Aunque la ciencia no ha podido comprobar estos conceptos, su existencia inspira a miles de familias que ven en sus hijos un brillo único e inconfundible.
La pregunta queda abierta: ¿estamos presenciando una nueva generación de seres destinados a cambiar la historia?