
Por: Redacción de Eco del Norte
Donald Trump volvió a hacer de las suyas. En un reciente evento, el presidente estadounidense declaró —con su ya famoso estilo fanfarrón— que “todos los países ahora quieren besarle el trasero a Estados Unidos”, gracias a los aranceles que impuso durante su mandato. Pero la realidad global, al parecer, no lo tiene tan endiosado como cree.
La que no se unió al club de aduladores fue China. Luego de que Trump dejara entrever que ahora sí está dispuesto a dialogar y “bajar sustancialmente” los aranceles (aunque “no serán cero”, aclaró), el gobierno chino respondió con frialdad y memoria larga: el presidente Xi Jinping le dejó claro que no confía en quien un día dice una cosa y al otro la cambia.
Pero ahí no termina el desplante. China no solo le puso freno a la charla… también le pasó la factura. El gigante asiático recordó que Estados Unidos le debe más de 1.05 billones de dólares en bonos del Tesoro. Sí, más de un billón. Mientras Trump presume poder, los chinos le están cobrando intereses.
Y para rematar, altos funcionarios del régimen chino reiteraron que no se sentarán a negociar con quien usa la amenaza como política exterior, y exigieron respeto mutuo y coherencia, algo que —según insinuaron— Trump no garantiza ni por accidente.
Mientras los mercados reaccionan con cierto optimismo ante un posible deshielo comercial, la diplomacia china sigue firme y sin risas: no habrá foto ni acuerdo mientras del otro lado llegue alguien con memoria corta y lengua suelta.