
Foto: OEM.
Ni una lona o anuncio, ni un aviso, ni un alma cuidando… Así recibieron a cientos de fronterizos que regresaban de vacaciones este Domingo de Pascua por la carretera Chihuahua–Juárez, justo en uno de los tramos más transitados del año.
Desde el kilómetro 319 hasta el 326, los viajeros se toparon con un cuello de botella infernal debido a la construcción del nuevo escáner de Centinela. Sin previo aviso, las autoridades decidieron reducir a un solo carril la circulación, justo cuando más autos venían de regreso del descanso: desde Samalayuca, las dunas, Chihuahua y otros puntos del estado.
La fila alcanzó hasta tres horas de espera sin avance real. Y por si fuera poco, no había personal de auxilio vial, ni bandereros, ni letreros de advertencia. Muchos conductores desesperados, especialmente quienes venían en vehículos todo terreno, decidieron tomar la terracería lateral… solo para quedar atorados más adelante con fallas mecánicas y llantas reventadas. Al menos una docena de ellos quedaron varados entre las 5 de la tarde y la medianoche.
Usuarios reportaron escenas lamentables: mujeres bajando a hacer sus necesidades al monte, niños llorando y la incomodidad, y el miedo constante de ser arrollados por quienes intentaban ganarle al tráfico a toda costa por el camino de tierra.
“Un verdadero caos, una vergüenza más de nuestras autoridades”, expresó una usuaria atrapada en la fila, quien también lamentó que ni Protección Civil ni la Guardia Nacional se hicieran presentes, sino hasta el final del embotellamiento.
Así, mientras muchos volvían con energía tras sus días de descanso, el regreso a casa fue una prueba de paciencia y supervivencia, cortesía de obras sin planeación ni aviso…