
Este lunes, los mercados financieros globales despertaron con pérdidas dramáticas, especialmente en Asia, donde el Nikkei de Japón cayó casi un 7% y el Hang Seng de Hong Kong se desplomó cerca del 9%. ¿El motivo? El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, impuso nuevos aranceles de al menos 10% a la mayoría de las importaciones, con tarifas aún más elevadas dirigidas a países como China y miembros de la Unión Europea. En respuesta, China contraatacó con impuestos del 34% a productos estadounidenses, lo que encendió las alarmas de una guerra comercial a gran escala.
Las consecuencias no tardaron en llegar a Wall Street. El índice S&P 500 —que mide el desempeño de las 500 empresas más grandes de Estados Unidos— cayó 4.3%, mientras que los futuros del Dow Jones bajaron 1,500 puntos en cuestión de horas. Estas caídas reviven el temor de una corrección bursátil severa, especialmente después de que el S&P 500 alcanzara un récord de 6,144 puntos en febrero pasado. El retroceso actual lo coloca en los 5,060 puntos, y el nerviosismo crece entre inversores y analistas, que ya empiezan a usar la temida frase “lunes negro”.
El impacto de estas políticas no solo sacude a los grandes inversionistas; también pone en riesgo la estabilidad económica mundial. Con la inflación aún presente y el crecimiento global desacelerándose, muchos temen que esta batalla de aranceles termine por empujar a varios países a una recesión. Mientras tanto, en redes sociales y medios financieros, el hashtag #S&P500 se ha vuelto tendencia, entre gráficas rojas y advertencias sobre lo que podría ser solo el comienzo de una tormenta económica.