
Donald Trump ha ordenado una investigación para imponer aranceles a las importaciones de cobre, argumentando motivos de seguridad nacional. La medida busca fortalecer la producción en EE.UU. y reducir la dependencia de proveedores extranjeros, especialmente de México, Chile y Canadá. De aplicarse, estos aranceles del 25% podrían disparar los costos en sectores clave como la industria automotriz, la infraestructura y la tecnología.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, advirtió que estas restricciones comerciales afectarían a ambos países y anunció un “plan B” para mitigar el impacto en la economía mexicana. Además, destacó que la soberanía nacional no está en juego y que su gobierno buscará alternativas para evitar una crisis en la exportación de minerales estratégicos.
Mientras tanto, analistas señalan que la medida podría terminar afectando más a EE.UU. que a sus socios comerciales, ya que el país produce solo la mitad del cobre que consume. Empresas estadounidenses podrían verse obligadas a buscar fuentes alternativas, lo que elevaría los costos de producción y terminaría golpeando a los consumidores. La investigación sigue en curso, pero si Trump sigue adelante, las tensiones comerciales con México podrían escalar rápidamente.