
La administración de Donald Trump ha ordenado la fusión de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) con el Departamento de Estado, lo que representa un cambio estructural sin precedentes en la política de asistencia exterior del país. Con esta medida, USAID perderá su autonomía y quedará bajo el control del Departamento de Estado, actualmente dirigido por Marco Rubio, quien también ha sido designado como administrador interino de la agencia. La reestructuración forma parte de una iniciativa liderada por el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), encabezado por Elon Musk, quien ha calificado a USAID como una “organización criminal”.
Esta decisión ha sido acompañada por una drástica reducción de personal, pasando de 10,000 empleados a menos de 300, la mayoría centrados en asistencia sanitaria y humanitaria. Además, el personal basado en el extranjero ha sido retirado y los empleados no esenciales fueron puestos en licencia administrativa. La administración Trump justifica la fusión como un esfuerzo por combatir la corrupción y mejorar la eficiencia en el manejo de la ayuda internacional, pero críticos advierten que esta reestructuración podría debilitar la capacidad de Estados Unidos para responder a crisis globales y fortalecer la influencia de China y Rusia en el ámbito del desarrollo internacional.
La fusión también ha generado un intenso debate en X (antes Twitter), donde Musk ha sido especialmente activo promoviendo la eliminación de USAID. Sus seguidores apoyan la medida como una forma de reducir el gasto gubernamental y frenar el supuesto mal uso de fondos, mientras que detractores argumentan que la medida deja a millones de personas sin asistencia y debilita el liderazgo estadounidense en el mundo. Además, la legalidad de la fusión ha sido cuestionada, ya que el estatus independiente de USAID está protegido por ley, lo que podría llevar a desafíos legales en el Congreso.
A medida que avanza la integración de USAID en el Departamento de Estado, surgen preguntas sobre el futuro de la política exterior estadounidense y la creciente influencia de empresarios como Musk en la reestructuración del gobierno. ¿Se trata de una modernización necesaria o del desmantelamiento de una de las herramientas clave de la diplomacia estadounidense?