
La reciente captura de Ricardo González Sauceda, alias “El Ricky”, líder del Cártel del Noreste, ha generado especulaciones sobre si México actuó en respuesta a la presión del gobierno de Donald Trump. El presidente de Estados Unidos ha intensificado su discurso contra los cárteles, amenazando con imponer aranceles y designar a estos grupos como terroristas. En este contexto, el gobierno mexicano busca mostrar cooperación en seguridad mientras rechaza cualquier intervención extranjera.
Si bien la detención representa un golpe al crimen organizado, también podría desatar una ola de violencia entre los cárteles, afectando a la población civil. Al mismo tiempo, México intenta evitar sanciones económicas que podrían impactar gravemente a sectores clave como la industria automotriz, manufacturera y agrícola.
La captura de “El Ricky” refleja el delicado equilibrio entre la lucha interna contra el narcotráfico y la presión diplomática de Washington.
